domingo, 31 de octubre de 2010

Capítulo 16

¡ATENCIÓN!
RECUERDEN QUE CONTINÚA NARRANDO TOM.
¡Gracias por leer!
Esas dos palabras embistieron tan fuerte en mi pecho...que pensé que se quebraría en mil pedazos. Estaba claro, la realidad era una y la tenía frente a mis ojos. Mi hermano estaba decidiendo su destino. ¿Se quedaría? ¿Se iría? Nadie lo sabe. Ni siquiera los médicos.
Pero hay algo, que lo tenía confirmado desde hace ya mucho rato. Yo no podía vivir sin mi hermano. Si él se iba, entonces yo lo acompañaría.
Habíamos nacido juntos. Habíamos estado juntos durante toda la vida. Teníamos un sueño, y lo habíamos cumplido. Era...era la mejor época de la banda. ¿Y ahora? Si él se va, no me queda nada.

Los médicos colocaron a Bill en la camilla. Jamás pensé que esa imagen se grabaría con semejante violencia en mi cabeza. Mi hermano gemelo con algo así como una máscara de oxígeno que le tapaba prácticamente todo su rostro. Estaba pálido. Él era pálido. Pero esta vez...no era por su piel, no era por su maquillaje. Era por la falta de oxígeno.
Los médicos cuidadosamente trasladaron a Bill hacia la puerta de nuestra casa. La ambulancia lo esperaba.
-Doctor...yo voy con él.- Iría con él en la ambulancia. Jamás lo dejaría solo.
-Está bien...pero, algunas imágenes pueden afectarlo Señor Kaulitz.- ¿Algunas imágenes? ¡Había visto suficiente como para horrorizarme!
-Doctor...con todo respeto..¡Yo encontré a mi hermano tirado en su habitación, prácticamente muerto, con un frasco de pastillas en la mano... ¿Y pretende que me afecte ver un tubo de oxígeno?
-Entiendo...¿Tiene más familiares el paciente?- Tiene a todo un mundo alrededor suyo, si es que él lo desea, pero en estos momentos, yo sé que Bill no querría que nadie esté a su lado, sólo yo. Siempre lo decía. Siempre decía que en la familia, yo siempre estaría primero.
-Sí...tiene madre, padrasto, y todo lo que usted quiera...pero eso dejémoslo para después...ahora sólo vayamos al hospital, por favor.- Vayamos...a acompañar a Bill en esta lucha. Él sólo no podía.

Finalmente subimos a la ambulancia. Viajábamos a una velocidad alucinante. Eso quería decir...que Bill estaba cada vez más lejos. Yo estaba a su lado, mientras los médicos conectaban decenas de cables y tubos en su pecho, en su nariz. Lo tomé de la mano.
-Cada vez que dí un paso, estuviste ahí para dar el segundo conmigo. Entiendo que es difícil querer empezar todo de nuevo...pero, hay personas que te quieren y que te valoran mucho más que esa muchacha.
Ni siquiera me atrevía a nombrarla. Ella lo estaba matando. Si yo no hubiese llegado a tiempo a su habitación, Bill habría muerto. Todo había sido por la cobardía de esa joven. Prefería volverse...prefería rendirse...prefería defraudar y matar lentamente a mi hermano. Seguramente ya habrá pisado suelo argentino. Espero que pague por esto...porque sobrepasó un límite descomunal. No había derecho a lastimar a mi hermano de esta manera. En ningún momento se arrepintió de irse, de tener que marcharse, de tener que abandonar al supuesto amor de su vida. Sólo...¡sólo un poco de corazón, por favor! Tenía a mi gemelo llorándo y temblando...sufriendo. Nada ni nadie hubiese podido reparar el dolor que Bill sintió en ese momento. Es por ello, que hoy está aquí, en una camilla, entubado, con tres médicos intentando salvarle la vida.
Camila probablemente piense que esto fue un juego de niños. "¡Oh, fantástico, voy a conocer a mi ídolo!" "¡Waw, podré sacarme mil fotos con él, conocer su intimidad, saber que hace durante el día!" Estoy seguro que podía leer su mente. Era...era tan mediocre. Y mientras ella pensaba eso...mi hermano se estaba enamorando. ¿Pequeña diferencia, no? La joven juega a enamorar a su ídolo, mientras que Bill se encadena a ella. Buena jugada...de cobarde.
Estoy harto, exhausto, cansado, agotado. ¡Déjenlo en paz!
Pero no...al parecer, nadie comprende este mensaje, y mucho menos Camila. Me encantaría llamarla, y decirle todo esto que siento. Sólo necesito su número.

Mis pensamientos se vieron interrumpidos por la fuerte frenada de la ambulancia. Al fin...habíamos llegado a la clínica.
Todo ocurrió en cortos minutos. Lo trasladaban en la camilla hacia emergencias. Yo sostenía su mano, como siempre lo había hecho durante toda mi vida.
-Sos fuerte Bill...no te rindas...vas a salir de esta, porque nada es imposible. Sólo que hoy...tendrás que hacer un esfuerzo un poco más grande.- Los médicos seguramente pensarían que yo estaba loco. Pero no. Yo se que Bill me estaba escuchando.
Llegamos a la sala de emergencias. Una enfermera me tomó por sorpresa.
-Señor, no puede pasar...- ¿Qué no puedo qué? Siga soñando señora.
-Lo siento mucho, pero debo pasar. Es mi hermano gemelo. Soy el único familiar aquí presente.- ¡No lo dejaría sólo!
-Por favor señor...retroceda, no puede pasar, está prohibido.- ¿Ahora me venía a hablar de reglas? ¿Mi hermano estaba muriendo y ella me hablaba de qué debía hacer y qué no? ¡Por favor!
Saqué de mi bolsillo unos cuantos euros. La miré fijamente. La señora guardó silencio y tomó el dinero. Las cosas funcionan así. Son básicas. La gente es pura mierda, hasta que se le abrillantan los ojos que reflejan el brillo de un billete. El dinero no me importaba. Sáquenme todos mis billetes, todos mis bienes...quítenme la vida, si es necesario, pero por favor...no me quiten a mi hermano.

Ingresé a la sala. Le habían colocado un respirador artificial.
-Señor Kaulitz...- El médico giró hacia mí.
-Sí, digame doctor...- La última vez que había dicho eso, me había destruído por completo. Es por eso, que realmente ahora sentía miedo de la frase que podría venir.
-Le haremos un lavaje de estómago. Intentaremos quitarle la cantidad más extensa de sustancias que tenga en su estómago. Lamentablemente, el paciente ingirió pastillas que actúan prácticamente en minutos. Y lo peor...es que consumió una cantidad brutal. Esa cantidad de pastillas dormirían a un caballo en tres minutos...¿me comprende?- Una completa locura...
-Comprendo...comprendo absolutamente todo. Por favor doctor, haga lo posible para salvarlo. Yo...yo no puedo seguir sin él. Es...es difícil de explicar.
-Haremos lo posible. Lo trasladaremos a terapia intensiva, para hacerle el lavaje y los estudios correspondientes. Puede despedirse de su hermano antes de dirigirlo hacia el piso de arriba...
-Bien...pero de todos modos, estaré en terapia intensiva. Esperando cualquier novedad. Por favor, cualquier avance o cualquier retroceso...dígamelo. Su vida es la mía.
-Usted será informado acerca de cada mínimo detalle...no se preocupe. El parte médico lo daré más tarde.

Y al finalizar nuestro diálogo sólo se alejó. Me dirigí hacia la camilla, para despedirme de Bill antes de que lo trasladaran a Terapia Intensiva.
Tomé una silla, la coloqué junto a él, y lo tomé de la mano.
-Hey...quiero que me escuches bien lo que voy a decir ahora, ¿sí? Yo se que todo esto es muy difícil. Se que probablemente creas que nada tiene sentido sin ella. Pero...estoy seguro de que las cosas se pondrán mucho mejor. Y para verificar eso, sólo tienes que luchar. Luchar para volver a ser Bill. Debes...debes volver a ser mi pequeño hermano. Ese que tolera todas mis bromas, todos mis enojos...simplemente, debes volver a ser la persona que siempre guiará cada paso que yo esté por dar. No puedo estar con los pies sobre la tierra si vos no estás acá conmigo. Es imposible sobrevivir sin vos. Sos mi hermano, mi hermano gemelo y mi mejor amigo. Por favor...no te rindas. Sos fuerte, sólo que hoy...no pudiste más. Creo en vos, creo en tus fuerzas, en tu voluntad, y se muy bien que sos un luchador de la vida...y que hoy, vas a tener que poner el dobre de esfuerzo. Pero sos capaz. Sos capaz de todo. Sólo con un poco de ganas...vas a lograrlo. Y quiero que sepas, que yo voy a estar siempre acá sentando al lado tuyo, porque jamás vas a estar sólo en esta lucha. Siempre mi mano va a estar sobre la tuya, protegíendote, cuidándote...porque...para eso están los hermanos, ¿no?
-Señor...- La voz del médico me había interrumpido.
-Ya voy...y la última cosa Bill...vos siempre me enseñaste que debía superar los obstáculos que la vida me presentaba. Ahora, yo te digo a vos, que pongas tus mayores fuerzas para salir de esta mierda. Jamás te olvides la manera en que te amo idiota...¿sí? Hermano chiquito.
Siempre lo llamaba así. Por supuesto, en broma. Hermano chiquito, enano (Sí, aunque mida 1.90 para mí siempre sería mi enano), idiota, virgen, entre otros.
Saludé al médico y la camilla me pasó por al lado. Se iba, se iba a seguir luchando por su vida.
Cada vez que yo me levantaba...lo veía caer. Pero era tiempo de levantarse. Era tiempo de que los dos estemos de pie. Y él...él era muy fuerte como para lograrlo.

Capítulo 15

¡ATENCIÓN!
En el capítulo de hoy narrará TOM. Él intentará salvarle la vida a su hermano, por lo que es de suma importancia meterse dentro del personaje, sentir el dolor y la desesperación de tener a un hermano muriendo en tus brazos. Es por eso que en el capítulo 15 narrará él.
¡Gracias por leer!
Siempre era así. Bill me decía que en un rato estaría listo, que le tomaría poco tiempo prepararse, cambiarse, arreglarse. La cuestión es que solía tardar una hora como mínimo. Lo más cómico era que debíamos ir al aeropuerto, donde simplemente llegamos, compramos algunos dulces y algunas gaseosas, y luego de hacer los debidos controles, ingresamos al avión. Pero no. Él quería estar hermoso, espléndido para todos. Jamás lo entendería, porque él ya era así por naturaleza. Se exigía al extremo, y eso me irritaba.
Está bien, comprendo que esté dolido, irritable, sensible y enojado con el mundo, pero al menos podría responderme...¿no? Hace diez minutos que estoy parado como un idiota frente a su puerta. Y no abre. Seguramente está en el baño maquillándose. O tal vez se haya dormido. O...simplemente está escuchando música en su Ipod demasiado fuerte y no me escucha...no lo se.
Si hay algo que me caracteriza, es la impaciencia y las ganas de saber absolutamente todo. No me importaba abrir la puerta y tener que aceptar las consecuencias. Había confianza. Por lo tanto, daría fin a esta espera, y abriría la puerta para saber la razón por la cual Bill no abandonaba su habitación. ¡La camioneta llegaría en cualquier momento!
Pero...un...un dolor punzante en mi pecho me frenó. No...no podía ni siquiera caminar, no podía moverme. Con mi manó apreté la zona del corazón. Realmente estaba asustado. Por un momento creía que era un infarto. Dolía, quemaba. Jamás había experimentado esta sensación. En realidad...¡en realidad sí! Fue...fue cuando golpearon a Bill en la secundaria...¡lo recuerdo! El mismo dolor, el mismo espasmo. Algo...algo sucedía con él, y debía averiguarlo ya. Algo, evidentemente, no estaba bien.
No me importó tener el pecho hecho trizas. Tomé fuertemente el picaporte y lo giré, para así abrir la puerta.

No...no puedo...no puedo respirar. Lo sabía, lo sabía. Algo malo sucedía...¡algo horrible!
Allí estaba, tan débil, tan resginado...¿Por qué hiciste esto Bill! ¿Por qué?
Corrí inmediatamente hasta su cama. Había caído rendido. Rendido a la muerte, esperándola. En su mano, descansaba un frasco vacío. En el suelo habían dos más. Seguramente eran las pastillas que ese hijo de puta nos había dado en los primeros tiempos de la banda. ¡Hijo de puta! ¡Me encantaría verte para matarte!
Mis lágrimas brotaban de mis ojos, caían sobre mis mejillas, sobre mis labios. Era una tortura todo esto. Lo estaba perdiendo. Él siempre había estado conmigo...y ahora me dejaba. ¡Todo por una mujer! ¡Todo por Camila! ¡Ella podría haber rechazado la orden de su madre, y quedarse aquí con el supuesto amor de su vida! Pero claro...le importa más "su mundo" que mi hermano. Y ahora...ahora lo había matado. ¡Todo por vos, todo por tu culpa!
Me costaba respirar, me costaba hacerme cargo de la situación, porque era inmanejable. Tomé a Bill sobre mis brazos, lo recosté en el piso. Coloqué mis dedos sobre su cuello, para comprobar que tenía pulso.
Cuando noté que sus pulsaciones eran tan leves...un escalofrío recorrió mi cuerpo y sólo...sólo grité. Grité de dolor, de furia, de miedo...sí. Miedo a perder a mi hermano gemelo, a mi mitad. Él estaba más cerca de la muerte que de la vida. Y...si él se iba...entonces yo me iría con él. ¡Pero no! ¡Él se salvaría!
No podía calmarme...no...no podía. Saqué el celular del bolsillo de Bill, ya que el mío estaba abajo, y marqué el número de emergencias médicas.

-Emergencias, buenas noches.- Una voz femenina al otro lado del teléfono atendió.
-¡Por favor! ¡Se muere, se muere!- No podía hablar...no con él muriéndose en mis brazos.
-¡Tranquilo señor! Diganos su domicilio y el estado del paciente, por favor.
Pero...no pude contestar. Tenía a Bill sobre mis brazos, prácticamente abrazándolo. Entonces, decidí comprobar nuevamente su pulso. Pero esta vez...no lo encontré. Se va...se va...¡se va!
-¡No tiene pulso! ¡Se muere! ¡Es mi hermano gemelo, por favor, ayúdenme! Mi casa...nuestra casa, es en Sprendlingen 3490...es...es algo así como una casa grande, rodeada por árboles...en...en Loitsche, sí, allí.
-La ambulancia estará en unos minutos allí. Por favor, intente recobrar el aire de su paciente. Colóquelo en el suelo, y luego ponga sus manos en el pecho del joven...presione, y vuelva a presionar una y otra vez. Hágalo fuerte, no tema. Intente llamarlo por su nombre o por algún apodo. ¡Grite el nombre de la persona! ¡Gríteselo en la cara!

No quería más indicaciones. Calgué el teléfono.
Coloqué a Bill en el suelo, y comenzé a seguir las indicaciones de la mujer. Presionaba su pecho una y otra vez...pero nada. Grité su nombre innumerables veces...pero seguía "dormido"...
-¡Por favor Bill! ¡Bill, escuchame! ¡Tenés que despertar, tenés una vida por delante! ¡No me hagas esto Bill, por favor, no me dejes sólo! ¿No te das cuenta que sin vos no puedo? No puedo seguir en la banda, no puedo seguir con mi vida...¡No puedo! ¡No abandones nuestro sueño, recién estamos empezando! ¡No me abandones, no me dejes...no ahora Bill, por favor!- Mi pecho subía fuertemente y volvía a bajar por mi llanto. Mis manos temblaban, mis piernas parecían que iban a doblarse aquí mismo. Tenía piel de gallina en todo el cuerpo. Jamás en mi vida había llorado tanto, ni tampoco gritado al volumen en que lo hacía. Es que...se iba...¿entienden? Él no era sólo mi hermano. ¡Él era mi hermano gemelo! ¡Teníamos una conexión especial, sabíamos lo que pensábamos todo el tiempo, todos los días, a toda hora! Nos complementábamos perfectamente. Eramos como el Ying y el Yang. Los opuestos se unen. Yo sabía exactamente lo que él sentía. Sabía que él estaba destruído por lo de Camila...y por eso, había tomado esta decisión. Conozco su personalidad, y se que lo hizo por resignación, por dolor...por fastidio con la vida. Se rindió, no pudo más. Colapsó.

La maldita ambulancia no llegaba más. A todo esto...también llegaría la camioneta que supuestamente nos trasladaría al aeropuerto. Pero hoy no habría avión, ni Francia, ni concierto. Hoy sólo habría dolor y temor. Temor a perderlo todo. Temor a perderlo a él.
Yo me recosté a su lado, en el suelo. Lo tomé de la mano. Él debía ser fuerte. Debía superar esto. Él podía.
Mi vista era borrosa por la cantidad de lágrimas que mis ojos descargaban. Era...era una imagen desgarradora. Él tirado en el suelo, inconciente, prácticamente muerto. Y yo...rogándo que llegue esa puta ambulancia...gritando y llorando como un desamparado.
Timbre. ¡Era la ambulancia!
Pero no quería despegarme de Bill. Entonces, abrí la ventana de la habitación, y al ver a la ambulancia con los médicos allí, les grité que pasen, que estaba abierto.
Habían ingresado a la casa.
-¡Suban! ¡Es la primer habitación del pasillo! ¡Está abierto! ¡Apúrense!- Los minutos estaban contados para Bill.

-Señ...¿Tom Kaulitz?- ¡Oh! ¡Lo único que faltaba! ¿Quieren una foto, también? ¡Idiotas!
-¡Sí! ¡Soy Tom Kaulitz, y mi hermano se está muriendo, asi que por favor muévase e intente salvarlo!- Mi tono era violento, furioso.
Mientras otros dos médicos intentaban reanimar a Bill, el doctor hablaba conmigo.
-¿Qué fue lo que sucedió?- ¿Debía...contar todo?
-Fue...fue un intento de suicidio. Tomó pastillas. Allí están, son tres frascos...- Cuando señalé los recipientes vacíos, el médico se dirigió hacia donde estaban y comenzó a analizarlos.
-Esto es...esto es mortal en sobredosis...¿Está recetado por algún doctor?- ¿¡Recetado!? Por favor...
-No...no está recetados y posiblemente estén vencidas...eran...eran unas pastillas que un productor le había dado hace tiempo...para que se relaje y pueda dormir bien...- Sí..."dormir bien"...pero está vez, tenía miedo de que duerma para siempre.
-Es una bestialidad que le hayan dado esto a un joven de tan corta edad...esto...lo aniquiló.- Las palabras duelen, las palabras matan.
-¿Pueden intentar salvarlo? Por favor...- Mi tono se había transformado en débil, dolido...sin esperanzas.
-Haremos lo posible...pero...sólo necesitamos una cosa para que sobreviva.- ¡Lo que sea por la vida de Bill! ¡Lo que sea!
-Dígame doctor...
-Un milagro.

Las palabras, definitivamente, matan.

Capítulo 14

¡Recuerden que sigue narrando Bill hasta nuevo aviso!
¡Gracias por leer!
Las horas habían pasado. Pero yo no lo había notado. No notaba nada. Ni qué día era, qué hora era, quién era...nada. Me daba lo mismo viajar a Francia hoy. Estaría mejor un viaje a la nada. Desaparecer y jamás volver. Eso me reconfortaría. Evidentemente, la vida no es para mí. Estoy sufriendo constantemente. El dolor que siento hoy me desgarró por completo. Jamás voy a poder reponerme de este dolor. Aunque tenga a mi familia, a mi banda, a mis amigos, a mis fans...sin ella, no quedaba nada más en este mundo, porque mi mundo era ella.
Su vuelo ya estaba reservado. El mío también. El suyo para Argentina. El mío, para Francia. ¿Cómo daría el último recital de la gira en este estado? No tengo voluntad ni siquiera para respirar, y pretendo cantar durante dos horas como si nada. Debo sonreír. Debo esquivar miles de comentarios acerca de mi delgadez, de mi vestuario, de mi presunta homosexualidad. Sin ella, no podía esquivar nada. Ella era mi escudo. Me protegía con tan sólo mirarme.
¿Y ahora? Ahora me encontraba totalmente desprotegido. No era capaz de esforzarme por lograr mis metas. No era capaz de reaccionar, de ser conciente de que tenía una vida por delente. No me importaba tener veinte años. No quería cumplir 21 sin ella. No...no podía. Me encontraba tan débil, tan inofensivo. No me importaba que me hagan más daño, por que ya estaba destruído por completo.

La camioneta que llevaría al aeropuerto a mi princesa estacionó en la puerta de casa. Había llegado el momento. Ella se iría primero, porque su madre había ordenado que tomase el vuelo cuato antes. Para el mío faltaban unas horas. Había llegado el momento.
Ella no había traído nada. Solamente sus ganas de amarme, de enamorarme. Y lo logró en tan solo un abrir y cerrar de ojos. ¡Qué ironía! Ahora se marcharía también, es una milésima de segundo.
Decidí acompañarla hasta la camioneta. No podía acompañarla hasta el aeropuerto, David me había prohibido circular sin un guardaespaldas. Aunque, pensándolo bien...no me vendría nada mal un anti-Bill Kaulitz. Qué disfrute, qué me odie, qué me mate...
Hacía frío. Mucho frío. Era pleno invierno en Europa.
Abrí la puerta del vehículo. Me quedé estático mirándola a los ojos. No resistí más. Centenares de lágrimas rodearon mis ojos. Poco a poco caían sobre mis mejillas. Ella me abrazó fuertemente. Olí por última vez su cabello. Besé por última vez su frente. Le repetí incontables veces que la amaba, que por siempre sería mi princesa, mi muñeca, mi ángel, mi mundo. Ella siempre sería la persona que me había devuelto las ganas de vivir. Sólo que hoy...me las habían quitado.
Besé profundamente por última vez sus labios. Jamás olvidaría el primer beso. Tímido, cohibido, adictivo. Jamás la olvidaría a ella.
-Te amo con todo mi corazón princesa...- Mi español no era nada bueno...pero teniéndola a ella enfrente, ni siquiera recordaba que idioma debía hablar. Me bloqueaba.
Ella me abrazó nuevamente. El último abrazo. Sus lágrimas mojaban mi cuello.
Subió a la camioneta.
Se alejaba...se alejaba cada vez más...hasta que el vehículo desapareció.
Se había ido. Un escalofrío recorrió mi espalda. La había perdido. Me la habían quitado....¡me habían robado a mi princesa!

Al entrar nuevamente a mi casa, mi hermano se quedó en silencio. Él sabía que lo mejor en estos momentos, era quedarnos mudos. Las palabras dolían. Se acercó y me abrazó. Nada como un abrazo tan sincero y puro.
-Voy a estar arriba...- Dije.
-Está bien...acordate que en dos horas viene el auto para llevarnos al aeropuerto. El último esfuerzo Bill, el último recital. Vos podés.- No...no puedo. No puedo más.
-Voy a hacer lo posible para que sea un buen espectáculo...- Mentiras, mentiras y más mentiras. A él nunca le mentía...pero no quería hacerlo sufrir.
-Si necesitás algo, no dudes en llamarme. Siempre voy a estar para vos, ¿sí?- Lo sabía...
-No es necesario que lo digas, siempre estás conmigo.- Tan cierto...
-Pero hoy más que nada...
-Quedate tranquilo, en un rato bajo...vos relajate.- Que al menos él esté calmado...
-Bueno bueno...te espero acá.

Cuando Tom finalizó su frase, comenzé a subir las escaleras. Al llegar al pasillo en donde estaba mi cuarto, abrí la puerta. Ingresé a mi habitación. Extrañaba mis cosas.
Pero esta sería la última vez que entraría a mi cuarto. Me rindo. No puedo más.
Abrí el cajón de mi mesa de luz. Allí, al fondo...bien al fondo, habían unas bolsas. Me las había dado un productor hace bastante tiempo. Eran pastillas. No sabía ni para qué servían, ni si estaban vencidas...ni eso me importaba. El productor que en ese momento manejaba la banda me las había recomendado para dormir, para relajarme. Muchas gracias, debo decirle...me ayudaría a dormir para siempre. Espero soñar con mi princesa.
Perdoname Tom, pero hoy no me tendrás que esperar abajo, porque no bajaré. Eso...perdón. Debía escribirle algo a él. Era el último trozo de vida que me quedaba. Mi hermano.
Tomé un papel, un bolígrafo, y me dejé llevar.
Tommy:
Perdoname. Sólo con eso te resumo todo. Siempre estuviste conmigo, siempre me apoyaste en todo, siempre tuviste fe en mí. Juntos logramos todo esto. Mira lo que logramos...ir por todo el mundo haciendo lo que más nos gusta: decir lo que pensamos mediante la música. Gracias por ser la única persona que siempre creyó en mí, que nunca me falló. Perdoname, pero espero que entiendas...que Billy no resistió más. No me despiertes, por favor...dejame, que voy a estar mejor en otro lado.
¡Disfrutá tu vida y jamás te olvides que te amo mucho, hermano!
Bill.
Fue doloroso haber terminado de escribir la pequeña carta. Pero más doloroso era todo esto. No lo dudé ni un segundo. Tenía la bolsa llena de fracos de pastillas en mis manos. Una por una...parecían abrirse solas.
Y comenzé.
Una...dos...tres...cuatro...
Todo el frasco.
El agua que tenía en mi mesa de luz me ayudaba a digerirlas.
El frasco siguiente...
Un...una, d...dos...
Me estaba mareando...debía apresurarme.
Todo el frasco.
¡Vamos Bill! ¡El último frasco y terminamos con esto!
No podía más...otro frasco era demasiado. Mi mente estaba nublada. Comenzé a recordar momentos, rapidamente...
El primer beso...
El primer abrazo...
El viaje a Alemania durmiéndonos juntos...
El desayuno en la cama...
Ella...simplemente ella...

Decidí comenzar a consumir el último frasco que quedaba...¿Cuántas pastillas tenía en mi cuerpo en total? Era un bestialidad...pero me encantaba.
Estaba muriendo, lentamente...para terminar con esto de una buena vez. Esto pasa cuando le quitan a Bill Kaulitz la razón de vivir...¿Entendido? Esto pasa cuando me arracan a mi princesa...cuando me quitan lo más hermoso que puede existir...el amor.
Otra pastilla más...
Una más...
Otra...
La última...
¡Listo!
Arrojé el frasco al suelo. Caí en la cama...mi vista se nublaba...perdía el sentido...sólo...sólo recordaba una cosa...ella.

-¡Bill! ¿Ya estás listo?- Tom...no abras...no....
Dejame dormir. Dejame desaparecer...¡dejame!
-¡Bill! ¿Estás en el baño? ¿Estás llorando? Voy a entrar si no me abrís...- ¡No Tom, no entres!

Ni siquiera tenía fuerzas para contestarle. No entres...por favor.
-Siempre lo mismo Bill...no podés tardar tanto. ¡Salí! Va a llegar la camioneta...
No...no...la camioneta no llega...la muerte llega.
Está cerca.
Muy cerca.
No abras la puerta Tom...

Capítulo 13

¡ATENCIÓN!
Nuevamente se efectuará un cambio de narrador. En el capítulo de hoy, será el turno de BILL.
¡Gracias por leer!
El desayuno había sido espectacular. No por el desayuno en sí, si no, por la companía. ¿Había algo mejor que despertarme y ver que a tu lado se encuentra una princesa? ¿Había algo mejor que desayunar juntos, riéndonos, y demostrándonos através de nuestras sonrisas cuánto nos amábamos? Definitivamente no.
Fue el desayuno más largo de toda mi vida. Estuvimos exactamente tres horas intentando comer como personas normales. Es que, somos dos enamorados que lo único que hacían eran sonreírse, abrazarse y besarse, mientras que una bandeja doble de un curpulento desayuno intentaba llamar nuestra atención. Lo siento mucho, pero lo único que en ese momento llamaba mi atención era ella, y nada más que ella.
Finalmente, cuando decidimos que la comida tambien tenía derecho a ser valorada, colocamos la bandeja en el centro de la cama. Pero por supuesto...fue infaltable el toque Bill Kaulitz. La torpeza mía nunca falta, y menos cuando estoy con alguien que me importa. Terminé haciendo un papelón realmente digno de ser filmado por una cámara oculta de televisión. Toda mi taza repleta de café con leche, quedó plasmada en mi pijama. Si, no me equivoqué. Mi taza quedó plasmada junto al café. Ni siquiera el líquido sólo. ¡No! ¡Las dos cosas!
Realmente si digo hasta dónde me quemé, lo poco que me queda de caballero se esfumaría para siempre. Pero, la delicadeza es un don que gracias a Dios heredé de mi madre, entonces, supe manejar la situación, discimular que mi piel ardía por el café hirviendo que la recorría, y además, limpié todo rastro de líquido en la cama. ¡Bien Bill! ¡El primer desayuno con ella y por poco te quemás vivo!

Era el mediodía. Hoy debíamos partir para Francia. Se lo había comentado a Cami. Ella aceptó. Realmente, no se si era conciente del riesgo que corría. Si algún fan la veía...no sabría expecificar que sería de ella. Habría un complot en su contra. Soy capaz de afirmar que hasta podrían llegar a matarla. Varias novias de Tom recibieron incontables amenazas de fans. Realmente las jóvenes temían por sus vidas. Es que...el amor es ciego. Uno no se da cuenta de los riesgos que rozan tu persona, por que lo único que es importante, es estar con "esa" persona especial. En mi caso, no sólo era una persona especial, si no, que era mi alma gemela. Por eso, me importaba el triple si algo le sucedía. Procuraría no perderla jamás. Si es necesario, encadenarla y aferrarla a mí, pero el amor de mi vida no se iría de mis manos, jamás.

Realmente, entre mi princesa, Tom, y yo, pasábamos ratos geniales. Era difícil manejarnos en inglés todo el tiempo, pero ya estábamos bastante acostumbrados. En la mitad de los países que recorrimos debimos hablar inglés como si fuese nuestra lengua materna.
Al poco tiempo, se sumó Ivana a la conversación. Tom se había encargado de llamarla, para que antes de salir para el aeropuerto, pase por casa.
En el living de casa sólo se escuchaban risas, risas y más risas. Eramos un buen grupo. Tenía a mi hermano, a mi amiga, y a mi princesa ahí. Esto realmente es disfrutar de la vida...
De pronto, el sonido del teléfono principal de la casa nos interrumpió. Debía ser mamá. O tal vez Andreas.
Ivana decidió atender. Pocas veces Tom y yo atendíamos el teléfono. Simplemente no teníamos ganas de levantarnos de nuestras sillas. Sí, unos auténticos y verdaderos holgazanes.
Cuando Ivana colocó el tubo del teléfono en su oído, su expresión se congeló. No tenía expresión alguna en él. Era una cara nula, sin vida.
Mi hermano y yo no entendíamos nada. Ivana comenzó a agitarse, y le hizo un gesto a Cami para que se acerque. Ella tomó el teléfono y empezó a alzar el tono de voz. Ivana comenzó a caminar hacia nosotros.
-Ist...deine Mutter...- ¿¡Qué?! ¡Era la mamá de Cami! ¡No! ¡No, por favor! Era completamente obvio que estaba totalmente en desacuerdo con la huída de su hija. Era de esperar...pongámosnos en su lugar. Pero...sentía que me desprendían de ella. Pánico. Temor. ¡Terror! Eso era lo que sentía. Miedo, mucho miedo. Me estaban por quitar lo que me correspondía. No otra vez...no otro corazón roto. De esta no sería capaz de salir. Si alejaban a ella de mí, entonces, también, sería mi fin, por que ella me estaba enseñando a volver a vivir, y sin ella, mi vida no tendría sentido alguno.
Mi muñeca colgó el teléfono. Temblaba, y sus lágrimas no le permitían respirar correctamente. Se acercó a Ivana, la abrazó, y comenzó a hablarle. Las dos tenían los ojos fuertemente cerrados. No querían abrirlos. ¿Para qué? ¿Para abrirlos y chocar contra la realidad? No, gracias.
Ivana se giró hacia mí. Pocas veces...había sentido tanto miedo. No me quiten lo mío. No...
-Bill...Sie müssen zurrück...- Y finalmente mis miedos se habían hecho carne. Esa frase..."Ella debe volver" me destrozó, más que nada en este mundo. No podía hacer nada. No podía impedirlo, no podía frenarla. Sólo tenía que hacer una cosa...dejarla ir.
Ivana comenzó a explicarme, que su madre estaba furiosa, completamente enojada...y que si mi muñeca hoy no tomaba un vuelo hacia su país, comenzaría un juicio de inmediato.
Otra vez me quitan lo mío. Otra vez me destruyen. Otra vez...otra vez.
Estaba desganado, resignado. Poco a poco, las luces que encendían mi rostro, se apagaban. Sin ella, no había vida, no había luz, no había sonrisas, no había felicidad. Ella me había brindado en dos días, más felicidad que la que me pudieron haber dado durante toda mi vida. ¿Y ahora? La arrancaban de mis brazos violentamente, desaforadamente.
Ella vino hacia mí. Yo me abalancé sobre ella, dándole un abrazo tan, pero tan grande, que sentí como sus huesos habían crujido. Por favor, si esto era una pesadilla...ya era hora de que me despierten. Ella debía tomar un vuelvo hoy, ya, ahora. Besé su frente, sus mejillas, sus labios. Una y otra vez. Debía quedar claro que ella me pertenecía. Pero...su madre no lo entendía. Es amor. Puro amor.
Nos separamos. Los dos llorábamos a mares. Los dos sabíamos, que separados...no funcionábamos.
Ivana dijo que reservaría un vuelo para esta noche. Eso significaba, que hoy, el amor de mi vida se iría.
Era el peor día de mi vida, y siempre lo sería. Hoy que quitaron a mi muñeca, a mi princesa. Hoy me quitaron el alma, las ganas de vivir. Acababan de arrancarme la poca voluntad que quedaba en mi cuerpo. Ella era la razón por que la que yo seguía acá. ¿Qué sería de mí sin ella? Nada, absolutamente nada.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Capítulo 12

¡ATENCIÓN!
En el capítulo de hoy habrá un cambio. Camila volverá a narrar la historia hasta nueva aviso. Luego las narraciones rotarán. Pero primero, es importante conocer lo que siente Camila en esta nueva vida.
¡Muchas gracias por leer!
Mucha luz. Mis ojos que recién se despertaban de tan largo descanso, se vieron obligados a cerrarse nuevamente, como consecuencia de la cantidad de luz solar que parecía perforar mis pupilas. Es que...tenía una ventana a mi lado, cuyas persianas no estaban del todo bajas. Debía ser temprano para que haya semejante iluminación.
Finalmente decido acostumbrarme. De lo contrario cada día me asemejaría más a un vampiro. Siempre huía a la luz solar. Me ponía algo histérica. Bueno...por algo mi piel era tan blanca, ¿no?
Cuando decidí girarme hacia mi izquierda, lo ví. Estaba plácidamente durmiendo, envuelto en un sin fin de sueños, de fantasías que revoloteaban en su mente. Vaya uno a saber que era lo que estaba soñando. Pero, se veía tan adorable, tan angelical. Parecía todo un niño envuelto en las sábanas, con su pijama negro y gris. El mismo que yo había visto en la videollamada.
Definitivamente era cierto lo que él decía en las entrevistas. Dormía mucho. Pero mucho. Según el reloj que estaba en su mesa de noche, eran las nueve de la mañana. Realmente pensé que era más temprano.
No se si sería capaz de volverme a dormir. Prefería quedarme mirándolo fijamente hasta que se despierte. Era tan hermoso. Su piel era tan blanca...adornada por unos cuantos lunares presentes en su rostro y en su cuello. Se veía tan puro, tan natural. Sin necesidad de finjir ser nadie. Sin necesidad de sonreír por que todos se lo piden. Sin presión, sin molestias, sólo descansando, teniendo un momento de paz con él mismo.
Comenzó a moverse, pero sin abrir los ojos. Se giró. Ahora no podía admirar su rostro. ¿Qué me quedaba por admirar? ¿Su espalda? Bueno, todo lo que era suyo era hermoso...pero tampoco iba a pasar minutos y minutos mirándole la espalda. Mejor dicho, observándo una remera negra. Ni siquiera su espalda. Sólo me quedaba volverme a dormir, o simplemente mirar hacia el techo y esperar a que despierte.
La segunda opción encajaba más conmigo.Me acomodé mirando fijamente hacia el techo, y así decidí permanecer. Y cuando yo estoy en silencio, sin nadie que hable, sin ningún sonido cercano...sólo hago una cosa. Pensar. Pensar en todo. Desde lo más mínimo, hasta lo más complejo. Desde por qué el sol salía de día y la luna de noche, hasta por qué yo estaba ahí. Eso. ¿Por qué estaba ahí? La manera en que mi vida había cambiado en un sólo día era brutal. A veces creo que estoy soñando cuando me abraza, cuando me besa. Ayer, cuando los dos estábamos por dormirnos y me abrazó por la cintura, mi piel se endureció. Tenía piel de gallina en todo el cuerpo. El sistema era así, muy simple. Él hablaba, yo temblaba. Él me rozaba minimamente...y yo enloquecía.
Pero esa no era la única realidad en mi vida. Había otra. Eran dos contrastes. Por un lado, yo estaba viviendo mi sueño. Y por el otro, había dejado todo. Ni siquiera tenía pasaporte, documento, o algún papel que me permita estar en Alemania. Bill ayer me dijo que tendríamos que volar a Francia para el último concierto de la gira. ¿Cómo haría? ¿Bill tendría que negociar con todos los aeropuertos, azafatas, y guardias habidos y por haber, para  que no me detengan por ser una persona que está viviendo ilegalmente en su país? Él hacía todo eso, y mucho más por mí. Estaba de contrabando, y eso me atemorizaba. ¿Y si ibamos por la calle y un policía me pedía mi documento? ¿Y si estábamos en el auto y...y también nos frenaban? Y me descubrían. Si eso sucedía...adiós Camila. Tendría que volver a mi país.
Mi país...dios. Allí tenía todo. Pero ese "todo" se había transformado en "nada". Lo había abandonado todo, sin mirar atrás. No me había importado nada. En realidad sí me importaba, pero por él...yo era capaz de todo. Mi mamá...mi familia en general. Hoy yo tendría que haber llegado a Chascomús. Hoy, habría llegado a mi casa...habría abrazado a mi mamá y empezaría a contarle todo sobre el concierto. ¿Y ahora? Ni siquiera sabía si ella estaba bien. Ni siquiera sabía si sabía que yo estaba aquí. Imagínense...decirle a una madre..."Su hija viajó a Alemania". Es probable que haya destrozado a mi madre. Pero...ella jamás entendería que por mi ángel doy la vida. Arriesgo todo con tal de mirarlo a los ojos una vez más. Le brindaría hasta mi última gota de sangre con tal de saber que él está vivo.
Y eso no era todo. También estaban mis amigas. ¿Se habrán desilucionado? ¿Me odiarán? ¿Sabrán donde estoy? Por favor...que no piensen que yo me había olvidado de ellas. Pienso todo el tiempo en que les fallé. En realidad, ellas sí comprenderían el porqué de mi ida.
Hablando de ida...¿habría vuelta? Me ponía nerviosa mi futuro incierto. Mañana podía cambiar todo. Y digo esto por que a mi en un sólo día me cambió la vida. Hoy sé lo que es vivir un giro de 360°.
Ni siquiera sabía si podía comunicarme desde acá. No sabía nada, y eso lo detestaba. Sólo sé una cosa: qué amo con toda mi fuerza y con toda mi voluntad a la persona que estaba a mi izquierda.
Soy incapaz de explicar la manera en que lo amo. Es...casi ficticio.Parece salido de una película, de una novela. Pero no, es real. Mi amor por el siempre será real. Lo vivo en carne propia. No es algo superficial. Va más allá de un fanatismo. Va más allá de querer pasar la noche con una persona. Eso a mi no me interesaba. Prefería mil veces quedarme toda una noche riendo con él, viendo televisión juntos, abrazados. Al fin y al cabo...eso era vida para mí. Él es mi oxígeno, mi voluntad, mi apoyo. Él me da las fuerzas diarias que uno necesita para vivir, para enfrentar al mundo. Con él a mi lado yo era inmune a toda herida que quiera traspasar en mi alma. Porque...tenía a un ángel. Y yo sé, que ese ángel siempre me va a cuidar.
Estoy dispuesta a enfrentar todo por él. Y ya hice bastante...abandoné hasta mi propia vida con tal de estar con él. Dejé todo un camino que había estado recorriendo por años. Es que, quise empezar a caminar otro camino nuevo. Pero esta vez, de la mano, junto a él. Juntos.
Estaba completamente segura de algo. Yo a él le debía absolutamente todo. ¿Por qué? Porque él me había devuelto el alma al cuerpo. Así de simple.

Sentí que mis pensamientos eran borrados ferozmente por alguien. Ese "alguien" era una persona que me estaba abrazando. Se había despertado. Sus ojos estaban pequeños, achinados. Había dormido mucho, y eso lo hacía feliz. Tenía una sonrisa preciosa. Era...un verdadero bebé a la mañana. Increíblemente dulce, increíblemente tierno.
Nos quedamos abrazados durante un tiempo bastante duradero. Es que...si la comunación no era fácil, teníamos que recurrir a otros métodos, ¿no?
Fuimos sorprendidos cuando alguien tocó la puerta. Él se puso de pie. Sus pelos eran cómicos...era la primera vez que no tenía sus pelos parados apropósito. Los tenía así por haber dormido como un bebé toda la noche.
Abrió la puerta y recibió la bandeja de desayuno que una señora había traído a la habitación. Bandeja doble.
Así comienza tu día Camila...desayunando con él. ¿Qué más se puede pedir?


Capítulo 11

¡ATENCIÓN!
Recuerden que Bill seguirá narrando los capítulos hasta un nuevo cambio de narrador. 
¿Cómo poder explicar un estado de felicidad tan grande? ¿Cómo describir mediante palabras esta sensación de estar cada minuto más loco por una persona? Es imposible. Imposible de decirlo con palabras, con gestos, o mediante un papel. Yo creo que en estas ocaciones el silencio es suficiente. Si alguien te conoce bien, con tan sólo una mirada podrá entenderte. Por supuesto, no será mucha la gente que entienda que me enamoré en un día. Pero...tampoco es mucha la gente que se ha ganado mi confianza.
Cada vez que ella sonreía, mi mundo sonreía a la paz. ¿Qué más se puede pedir? Tengo una familia hermosa, una carrera exitosa, y ahora...una princesa para acompañarme en esta vida.
Es obvio que no todo lo que reluce es oro. Mi familia era hermosa, pero habíamos pasado por momentos difíciles cuando papá se fue. Tom y yo sólo teníamos 7 años. Mamá se enamoró de otro hombre. Al principio fue duro tener una persona en casa que no sea papá, pero, Gordon resultó ser una persona inigualable. Él me enseñó muchas cosas relacionadas con la música. Le prestaba sus guitarras a Tom, y siempre, nos decía que debíamos seguir nuestro sueño...sin importar los que digan los de afuera.
Y si hablamos de la carrera exitosa...bueno, tuvimos altibajos y subidas rápidas. Un día te aman, al otro día de bombardean con una noticia en un diario. Luego de un tiempo ya se hace costumbre. Pero algunas cosas duelen. Y duelen mucho. Yo no soy del todo inmune a lo que dice la gente de mí, y nunca lo seré. ¿No creen que es difícil tratar de sonreír frente al lente de una cámara cuando muchos, sólo buscan hundirte? Es durísimo. Hay que tener una armadura de hierro para entrar en el negocio de la música. Yo no la tenía puesta, pero sí tenía a personas que me cuidaban y no dejaban que todo esto me afecte y me angustie gravemente. Mi madre, mi hermano, mi padrastro...mi mejor amigo, mis amigos...¿Y ahora? Ahora se sumaba mi muñeca.
Ella me reviviría. Ella sería la encargada de darme lo único que me faltaba en esta vida. Amor de pareja. Cada minuto que corría en el reloj, me servía para darme cuenta de lo que ella había hecho por mí. Había dejado todo. Había abandonado a su familia, a sus amigas, a su hogar...¡A su país! Todo. Lo había dejado todo por mí. Y eso yo lo valoraba como nadie, por que sabía que no se encuentran personas como ella.
Al principio, cuando rechazó mi propuesta, el mundo pareció caerse sobre mi cuerpo y aplastarme. No podía salir. Estaba atrapado. Sólo quería que cambie de opinión. Mis manos se movían solas, temblaban. No podía parar de llorar. Era un dolor punzante en mi pecho que no me dejaba respirar. Es que...no, una vez más no. El amor no se escaparía esta vez.
Y luego, cuando finalmente aceptó...volví a nacer. Me volvió el alma al cuerpo. No sabía si estaba soñando...o si en verdad había dicho que sí.

Luego de un viaje tan largo, uno sólo quiere dormir, dormir y...dormir. Quería llegar a casa, arrojar mi bolso sobre el sofá, e ir a dormir. Pero hoy sería distinto. Hoy dormiría con alguien a mi lado. Ese alguien era mi muñeca. Y mañana...cuando despierte y la vea a ella entre mis brazos, cubierta por las sábanas...seré la persona más feliz del mundo.
Bajaré y desayunaré con ella y con Tom. Él pronto encontraría también a una chica. Él debía...debía ponerse en plan serio y cambiar de actitud. Pero, esperaré, no lo quiero presionar más. Cuando él sienta que está decidido a cambiar y a no ver a las mujeres como un par de atributos...ahí será distinto. Estoy seguro de que él puede hacer feliz a cualquier mujer.

¡Oh! Sí...lo se. Hablo mucho. Me lo han dicho todos. Es sólo que...a menudo tengo muchos debates internos, discuciones conmigo mismo, peleas entre mi razón y mi corazón...en fin.

La banda, mi princesa, y yo, estábamos en una limusina parecida a una combi, camino a nuestras casas. Tom y yo vivíamos en Loitsche, en una casa realmente grande, con grandes árboles y plantas rodeándola. Nosotros teníamos la idea de vivir cómodos, sin necesidad de gastar dinero porque sí. No teníamos necesidad de vivir de puros lujos, nadando en euros y bañándonos en oro. Nuestro lema siempre fue "Preferimos la calidad, antes que la cantidad". Y eso nunca cambiaría.
Cami estaba realmente cansada. Se había recostado sobre mi pecho. Eso me encantaba...ya que podía observar su belleza en todo su esplendor. Sólo para mí, y nada más que para mí.
Del aeropuerto de Frankfurt hacia Loitsche la distancia era bastante larga. Pero el tránsito no era demasiado y pudimos llegar bien. Dejamos a los chicos en sus casas. Sólo quedábamos, el chofer, Tom, mi muñeca, y yo.

Dios...¡Qué sensación tan reconfortante haber bajado del vehículo! Debo decir que mi trasero dolía un poco. Entre en viaje en avión...y esto...mi trasero quedaba totalmente aplastado. La única parte mala del viaje.
Saludamos al chofer y nos dirigimos hacia la puerta de casa. Yo caminaba de la mano con ella. Tom me hacía señas cargándome por ser un tortolito enamorado. Totalmente orgulloso de serlo, y más si era por ella.
Mi hermano sacó sus llaves del bolsillo. Las introdujo dentro de la cerradura y giró el picaporte. La cara de asombro de Cami fue increíble.
-It's...awesome!- Qué bonita...le gustaba nuestra casa.
-Thanks sweety...- Me molestaba no poder comunicarme con ella facilmente. Tendría que llamar a Ivana o algo. En inglés yo no podía transmitirle todo lo que en verdad sentía.
Un beneficio de ser famoso, es el de tener varias mucamas que sólo quieran atenderte, servirte, y malcriarte. Por eso...no quedaba nada más que relajarse. Las valijas las bajarían el personal de la casa. La ropa, la colocarían en mi armario a la perfección. Y si es necesario...me prepararían un buen baño con sales y aromas para un buen reláx después de un viaje tan extenso. Bueno...no es que me quiera abusar...pero, cuando uno es famoso, las cosas cambian.
Hoy dormiría con mi bebé. Hoy sería la mejor noche de toda mi vida. Gracias a ella, y nada más que ella.