miércoles, 27 de octubre de 2010

Capítulo 7

Luego de habernos quedado hablando y hablando sobre el tema en cuestión con mis amigas, nos habíamos acostado en las camas. Era tarde. El reloj marcaban las 2:28 a.m. Ellas ya estaban dormidas. Les había costado dormirse por que estaban completamente traumadas y desquiciadas...sin exagerar. Pero a mí se me estaba haciendo imposible cerrar un ojo, aunque sea...
Miraba al techo. Recordaba cuando me clavó la mirada al firmarme mi póster. Miro al techo nuevamente. Recuerdo cuando el guardaespaldas me llamó. Me pongo tensa. Nuevamente mi corazón se acelera. ¿Cómo iba a poder dormir así...? ¡Era imposible!
Pero...había una imagen, un momento...que no podía dejar de recordar. Cerraba los ojos, suspiraba, y recordaba la sensación única de haber sentido sus labios sobre los míos. Ese abrazo que me había dado. Repleto de amor, repleto se sentimientos mutuos. Había sido tan increíble. Era la adolescente más afortunada del planeta, sin dudas...
Tantan chicas querrían estar en mi lugar. Estoy segura que hasta serían capaces de asesinarme, u ofrecerme dinero para dejarlo. Pero a mi, no me interesa el dinero. Sólo me interesa él.

Horas después...

-¡Apagá el despertador Bárbara!- Bien. El grito de Sol no despertaba a Barbi. Se había dormido prefundamente. Yo, en cambio...no había pegado un ojo en toda la noche. Demasiado nerviosa, demasiado ansiosa...toda la noche pensando en él.
-No...no...¡Sol no!
Mis palabras fueron en vano. Sol le había arrojado un almohadón en la cabeza a Barbi. Ella se despertó asustada, sin saber donde estaba.
-¡Me desquicia ese despertador! ¡No se como apagarlo!- Definitivamente Sol era una histérica en potencia. ¿El problema? ...Barbi también.
-¡Pero no tenés porqué asustarme así! ¡Estás loca!- No único que faltaba, que discutan.
-¡Ya! ¡Ya está! Ya pasó...- Paré la discusión.
 Barbi se levantó de la cama y finalmente apagó ese despartador que aturdía, para ser sinceros...
Estábamos a tiempo. Eran las 5:48 a.m. Para ahorrar tiempo, anoche ni siquiera nos habíamos puesto nuestros pijamas. Barbi llamó a un remis. Debía venir urgente, queríamos llegar a las siete en punto, y el aeropuerto quedaba lejos...
Los minutos habían pasado. Estábamos las tres sentadas en un sofá del comedor esperando a la llegada del auto.
Se estaciona sobre la calle el remis. Un señor toca timbre. Nos pusimos de pie en una milésima de segundo y finalmente subimos al auto.
Indicamos nuestro destino y las tres suspiramos a la vez.
-¿Pensaste en todo esto? Es una completa locura...- Barbi tenía toda la razón.
-No...no soy conciente. Ayer lo tuve enfrente y no caía de la realidad...me abrazó, me dio un beso, pero no...no puedo creerlo. Es tan raro todo esto...- Tan extraño.
-Ni yo caigo...ninguna, en realidad...y menos vos, Cami...- Sol también decía la verdad.
-Es muy difícil ser conciente de que tenés a tu ídolo y al amor de tu vida enfrente...- Dije yo, refiriéndome a él, por supuesto...
-Me imagino...¡Ah! Y tengo la sensación de que hoy, cuando los veamos en persona a los cuatro...me voy a caer ahí. Lo digo enserio. No se como voy a reaccionar- Pobre Barbi...ella también estaba como una verdadera psicópata. Al fin y al cabo...por algo era mi mejor amiga, ¿no?

Entre charla y charla, el aeropuerto estaba frente a nuestros ojos. El remis estacionó. Pagamos. Nos quedamos estáticas. ¿Dónde estaba la confitería que había dicho Bill?
Empezamos a buscar con la mirada...
-¡Chicas!- Gritó Sol.
-Ahí, ahí, ahí...- Sol señalaba un lugar, pero su pulso temblaba tanto que Barbi y yo no pudimos distinguir donde nos quería guiar.
-A ver...- Barbi se acercó para ver la confitería.
-¡Corré Camila!- Las dos gritaron a la par y empezaron a corrar en dirección a la confitería. Yo las seguí. La velocidad que tomamos fue increíble. Mi profesora de gimnasia estaría orgullosa de mí...
Realmente nos habíamos cansado...ahora, tendríamos que buscar una puerta gris. Al lado de la confitería...al lado de la confitería...¡Allí está! Un hombre vestido de negro, rubusto, estaba parado frente a la puerta gris. Ese debía ser el guardaespaldas de la banda.
Nos acercamos. Nos miró. Nadie hablaba. Decidió hablar Barbi en alemán. Lo único que pude entender fueron nuestros nombres. Seguramente estaba informando quienes eramos.
El hombre abrió la puerta. Me tomó del brazo y me dijo que yo debía ir con él, y que mis amigas debían avanzar por la derecha, que ahí las iban a guiar para el aeropuerto. El guardaespaldas dijo que lo siga, por que antes de ir a despedir a la banda...debía hablar con Bill.
El momento había llegado.
Recorrí pasillos y pasillos, hasta detenernos frente una puerta blanca. El hombre dijo que abriera la puerta. Allí estarían Ivana y Bill. El guardaespaldas se fue. Debía abrir la puerta. Mi pecho comienza a cerrarse. Giro el picarporte. Empujo la puerta.
Allí estaba. Sentado en una silla frente a un espejo. A su izquierda estaba Ivana. Y a su...¡Oh por dios! ¡Es ella! ¡Natalie! ¡No no, sacale la mano de la frente! No lo maquilles más, basta, dejalo. ¡No lo toques, infeliz! ¿Por qué no te tocas el...
Pero una voz se sacó de mis pensamientos. Era él. Me iba a desvanecer en cualquier momento.

-¡Cami!- Lo dijo con tanta alegría, con tanta efusividad...realmente me emocioné. Se paró al instante de la silla, dejando a esa rubia inservible colgada...muy bien Bill, muy bien...ella tendría que saber, que me pertecenes a mí...y a nadie más.
Caminé hacia donde se encontraba Bill y nos abrazamos.
Recién lo había visto y yo ya estaba llorando a cántaros. Natalie de había ido. ¡Al fin! Se dio cuenta de que su persona estorba...
Bill colocó sus manos en mi cuello y me besó. Esta vez fue más largo. Cuando nos separamos, mi cara debió haber sido increíble...si yo hubiese sido Bill, sin dudas...hubiese salido corriendo...
La puerta por la que yo había entrado se abrió e Ivana ingresó a la habitación. Nos saludamos cariñosamente. Comezó a hablar con Bill.
-Cami...Bil quiere decirte algo antes de que su avión despegue...- El momento había llegado. Los latidos de mi corazón eran fuertes golpes que embestían mi pecho.
-D...dime...- Tartamudeaba.
Pero Ivana no habló más. Esta vez...el mismo me diría lo que tanta ansiedad me había provocado. ¿Lo diría en español?
-Quiero que viajes conmigo a Alemania, Cami...

Bill me había aniquilado por completo.

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