miércoles, 27 de octubre de 2010

Capítulo 10

¡ATENCIÓN!
Durante este capítulo se hará un cambio de narrador. Camila, el personaje principal junto con Bill, fue la encargada de narrar todos los capítulos. El capítulo de hoy será diferente. La persona que narrará será BILL. ¿La razón? También es necesario conocer el punto de vista de los otros personajes para entender la historia. Podremos ver qué piensa Bill de Camila, de su fuga. De ahora en más, Bill nos hará entender que él está dispuesto a vivir toda la vida con ella.
(Queda más que aclarado que Bill habla en alemán, pero obviamente la historia la escribo en español aunque la relate él).
¡GRACIAS POR LEER!
Solamente mirala...dormida. Ella transmitía tanta paz. Su belleza me había cautivado desde un principio. Cuando mi marcador recorría su póster y tuve oportunidad de mirarla a los ojos por primera vez...sabía que era la indicada.
Desde los 15 años había estado buscando alguien con quién estar feliz, sonreír y tener ganas de vivir. A esa edad había roto con una joven...Ina. Me equivoqué. No era la persona que creí que era. Automáticamente cuando la fama crecía y la demanda por Tokio Hotel aumentaba...ella se alejaba de mí. Bueno, está bien...no cualquiera puede soportar que tu novio viaje por toda Europa.
Desde hace tiempo era distinto. Yo había cambiado mi forma de pensar. No me interesaban las chicas de una noche. Pero eso muchos creen que yo soy homosexual. En fin...gente que no sabe lo que dice.
Tantas decilusiones, tantos llantos, tantas partidas. Siempre caía en la trampa. Siempre creía que las muchachas se interesaban por mí. Pero no, solamente se interesaban en el millonario de 20 años que gana dinero con tan sólo pisar un lugar. ¿Linda vida, no? Nótese mi sarcasmo...no querrán pensar que me gusta mi vida.
En realidad...es difícil. Por momentos me gusta, y por momentos...quiero y necesito salir corriendo. Gritar. Escapar. Llorar. Tantas veces me había pasado. Mi remedio siempre había sido mi familia. Especialmente mi hermano. Él era diferente a mí, pero nos complementábamos. ¿Cosa de gemelos, no? Distintos pero iguales.
Pero ahora...quería amor. Necesitaba amor. Y ella, aquella princesa que dormía al lado mío, sería mi amor. ¿Cuando lo supe? Desde que la ví. Sí, lo se, es una completa locura enamorarse de alguien en un día. Pero a mi me gustaban las locuras. Y si era necesario cometer mil locuras para estar con ella...allá vamos.
Cada vez que la besaba, cada vez que la abrazaba...sentía felicidad. Eso lo resume todo. Hace tanto tiempo no sentía esta sensación de estar enamorado. Y debo decir...yo estaba rendido, resignado a que iba a ser un solterón por toda la vida. Tom siempre me decía que esas cosas eran puras mentiras, que ya iba a llegar el momento, que espere...y tenía razón.
Tenía ganas de armar mi vida con ella. Se llegar a casa y tomar un café juntos. Moría de ganas por ver una película juntos, un día de lluvia, tapados hasta las narices y comiéndonos a besos.
¿Demasiado apresurado? No...¡demasiado enamorado!
Se...se está despertando.
-Hola princesa...- Estaba intentando decir algo en español...tratando de no quedar en ridículo.
Ella sonrió me abrazó. Olía tan bien. Era una mezcla entre el perfume de su cabello y el de su cuello. Mágico. Sería capaz de perderme en su cuello como un niño sin su mamá.
Nos separamos y volvimos a unir nuestras manos. Pero...no sólo nuestras manos estaban unidas. Nosotros dos, estábamos unidos, entrelazados. Habíamos formado una alianza, un pacto, que jamás romperíamos, y de esto estaba seguro. ¿Qué pacto? Amarnos.
Ahora me tocaba a mí dormir. Ella me había contagiado las ganas de dormir. En realidad, simplemente yo era un mimoso romanticón de esos cursis que le gusta que le hagan caricias en el rostro mientras duermen...sólo quería relajarme, estando tranquilo, sabiendo que mi princesa estaba allí conmigo.
Me recosté sobre su cuello y le dije en inglés, que me haga caricias. Sí. Un romanticón mimoso cursi. Y muy orgulloso de serlo.
Qué momento...¡Qué momento! Esto era mejor que una sesión de tres horas con las masajistas profecionales que nos manda David, nuestro manajer. Me dormiría en cualquier momento. Posiblemente, los dos nos quedaríamos dormidos.

-Soy una estúpida por haberte dicho que sí...abandoné todo por vos...pero, no, no quiero. No quieri estar acá con vos. Extraño mi casa, mis amigos, mi familia. Dejame volver. ¡No quiero estar con vos!- Ella me gritaba fuertemente.
-Pero...p...pero me prometiste que jamás me fallarías...- Yo no podía salir de asombro. No te vayas ahora princesa...no ahora...
-¡Yo prometo muchas cosas sin sentido! ¡Y esa fue una! Asi que dejáme ir en paz...olvidate de mí, como yo me olvidé de vos- Me había matado por dentro. Sus palabras quemaban.

-¡Bill! ¡Bill! Wake up...- ¿Qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? Oh por dios...había sido un sueño. No, no había sido un sueño. ¡Había sido una pesadilla horrible! Ella jamás me haría eso. Nunca.
-Yes yes...- No le contaría mi pesadilla, no querría preocuparla.
Georg se giró y me miró.
-Mmm...¿Te tengo decir yo que llegamos o le digo a cupido que venga y te lo diga? Digo...como estás tan enamorado...- Siempre tan bromista Georg...siempre me hacía reír mucho, especialmente cuando se molestaban mutuamente con mi hermano gemelo. Eran unos niños. Pensándolo bien...Georg en la última parte no había mentido, por que yo sí estaba enamorado, y muy. Amor a primera vista. No hay otra explicación.
-Nono...está bien que me lo digas vos...¿Cuánto tiempo dormí?- Más de la mitad del viaje durmiendo. Cami habrá pensado que yo era un vago dormilón amargado. Pero no, solamente estaba relajado y...bueno, me dormí.

Era hora de bajar del avión. Era hora de empezar una nueva vida...con mi princesa. Mía y de nadie más. Mi muñeca.

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