sábado, 23 de octubre de 2010

Capítulo 1

- ¡ Muchas gracias por venir esta noche! ¡Los amamos, volveremos muy pronto!
Gritos, gritos, y más gritos. Los míos se perdían en toda esa multitud que aclamaba por cuatro personas dispuestas a dar lo mejor de cada uno en el escenario. Ni siquiera yo podía escuchar mis fuertes alaridos diciendo "¡Bill, Bill!" o "¡Ich liebe dich!". De todas maneras, encontrarme en la primera fila de un estadio repleto con miles de personas, no estaba nada mal.
Había tenido que pasar por difíciles obstáculos para llegar allí. Saqué una fuerza que hasta el momento había estado oculta durante toda mi vida, para así empujar a las personas que estaban adelante mío. Todo por ellos. Todo por él. Había pasado días y noches en una humilde carpa frente al estadio. Con una botella de agua y un paquete de galletas para abastecer mi cuerpo durante unos días. Todo por ellos. Todo por él. Junté dinero durante meses, me privé de comprarme objetos que antes eran elementales para mi vida. Todo por ellos. Todo por él.
Y por supuesto, todo ello, valió la pena. Era la persona más feliz del mundo. Allí estaban. Despidiéndose de una multitud que los aclama, que los adora, que los ama cada día más. Y por sobre todas las cosas...allí estaba él. De pie sobre el centro del escenario, con una sonrisa inigualable, con unos ojos que se expresan mejor que mil palabras. Con lágrimas en mis ojos, yo lo miraba hipnotizada, jurándome que jamás olvidaría esa imagen. Él arrojándole besos al público. Siempre tan atento, carismático, dulce. Siempre tan perfecto.
Había sido la mejor noche de mi vida. Casi dos horas de plena felicidad, de plena adrenalina, de puro sentimiento. Tanto tiempo esperando por este momento. Pero...en la vida hay una ley, que siempre existirá. "Lo bueno dura poco". Y hoy, pude comprobar que fue muy cierto. Esas dos horas que duró el concierto se habían pasado como un rayo de luz en una noche oscura. Se habían esfumado como una estrella fugaz.
Finalmente, un "¡Muchas gracias!" dicho en un español forzado, resonada en todo el estadio. Nuevamente él. La imagen de la banda. La imagen de mi mente. Alzó los brazos en un dulce gesto de despedida, y con una sonrisa en sus labios, se despidió de la multitud a la par de su hermano, y sus dos amigos y compañeros de banda. Se apagaron las luces. No hay rastros de ellos. No hay rastros de música. Sí, había terminado. La gente comenzaba a salir. Yo aguardé un poco y finalmente, decidí salir del sitio junto a mi amiga Bárbara. Llamémosla Barbi, mejor. Se molesta cuando la llaman por su nombre real. Las dos compartíamos el mismo sueño y la misma ilusión. Los mismos gustos, los mismos pensamientos. Eramos como hermanas. En realidad, más que eso. Eramos como hermanas gemelas. Teníamos una conexión única. Nos entendíamos y apoyábamos mutuamente en todas las situaciones que nos presentaba la vida.
Nos encontrábamos en las calurosas calles del centro porteño. Para ser más exactos, fente al Luna Park. ¿Más exactitud? Estábamos frente al lugar donde habíamos presenciado el mejor recital, el mejor espectáculo. En las puertas y paredes del estadio habían afiches y publicidades que decían "Welcome to Humanoid city Tour 2010". ¿Traducción? En las puertas y paredes del estadio habían afiches y publicidades que decían "Bienvenidos al sueño de Camila y Bárbara". Ahora está mucho mejor...
Si creen que la noche terminaba acá, les comento que están equivocados. Como toda banda, se alojarían en un hotel. Y como toda banda, firmarían autógrafos a algunas afortunadas fans que lleguen a horario a la puerta del hotel. Había que apurarse. ¿Un colectivo? Demasiado lento. ¿Un remis? Habría que llamarlo y eso restaría tiempo. ¿Un helicóptero? No está nada mal, pero por el momento no tengo en mi poder ese tipo de medios de transporte. ¿Un taxi? ¡Eso es! Por aquella calle circulaban decenas de taxis.
Decidimos frenar uno. Mi voz temblaba. La de mi amiga también. Continuábamos en un estado de emoción increíble. Pude pronunciar debilmente el destino al cual nos dirigiríamos. Debo decir que fue el viaje más lento que presencié, aunque, según mi reloj, tan solo duró siete minutos. Pero la impaciencia colmaba mi cabeza. Pagamos y nos bajamos del taxi. Había chicas en la puerta del hotel, pero no demasiadas. Mi amiga y yo automaticamente pensamos: "Lo siento chicas...tendrán que correrse. No nos iremos de acá sin un autógrafo de ellos." Y así fue. Nunca había empujado de esa manera. Aunque pensándolo bien, en el recital, me asemejaba a una guerrera de la edad media, empujándo y golpeando a jóvenes que para mí, eran obstáculos que debía sobrepasar.
Fue una tarea difícil esquivar a decenas de chicas que gritaban, empujaban y hasta nos insultaban. No nos importa, estamos aquí por ellos, y nada más cuenta.
Esperemos alrededor de treinta minutos, cuando una ola de gritos y empujones, me dio el alerta de que la puerta del hotel estaba abierta. Sale Georg. Comienza a firmar. Mi respiración está entrecortada. Prendo la cámara. Comienzo a filmar. Se acerca georg. Con su voz gruesa dice un "Hallo", a lo que yo respondo con un grito. ¡Pobre Georg! ¡Espero que no te hayas quitado los audífonos de tus oídos! De lo contrario, se habría quedado sordo. Se acerca Gustav. Mis manos tiemblan. Grito. Pensé -¡¿Es lo único que sabés hacer Camila?! ¡Al menos decí "Hallo", "Hello Gustav"! Bien. Tenía mis pósters autografiados por Gustav y Georg. ¡Tom! ¡Es Tom! Y nuevamente, grité. Me imaginé que haría Sol en mi lugar. Posiblemente moriría a causa de un infarto. "¡Hallo Tom! ¡I...I...love...I love you!" Fue lo únque pude decirle. Seguramente no entendió nada, a causa de mi estúpido tartamudeo y tembleque de voz. Bien, tres pósters firmados. Esto sí que quedaría para la historia. Pero...¡Dios mío! ¡Bill! ¡Es increíble! Se acerca, se acerca Bill Kaulitz Trümper. ¿Estoy soñando? ¿Es esto real? Es...¡Es hermoso! ¡Tan perfecto como lo imaginé! O aún más. Definitivamente mi sentido común y mi lógica habían quedado enterrados bajo el suelo. Mi garganta estaba rasposa, no tenía voz. Comenzé a gritar como nunca. Mis gritos eran similares a los de una actriz en una película de terror. La diferencia: No se acercaba ningún asesino. Se acercaba el amor de mi vida.
Le firmó a la chica que se encontraba a mi izquierda. ¡Y ahora yo!
¡B...B...Bi...Bill! ¡Ich...I...Ich Lieb...Ich liebe dich! No podía pronunciar ni una palabra. Su marcador se deslizaba sobre mi póster. Se congelo el mundo. Sólo él y yo. Su sonrisa, sus ojos. ¡Lo tenía a centímetros de distancia! Un momento. ¡Un momento! ¡Me está mirando! Pero...¿Cómo puede ser que me mire si ya terminó de firmarme el póster?  Lo miré. Lo miré con los ojos abiertos. El continuaba firmando pero clavó su mirada en mí. Su guardaespaldas se acercó. Le dijo algo al oído y Bill volvió a mirar al suelo. ¡Qué bronca! ¡Mandito guardaespaldas! ¿Quién es para darle órdenes?
Cuando el guardaespaldas se alejó, Bill volvió a mirarme. Barbi me miraba atónita.
-¡Bill te está mirando! ¡Dios mío! ¡Le gustás! ¡Le gustás Camila!
- ¿Que decís? Me mira por compromiso, lo hace con todas las fans.
-¿Ah si? Yo no veo que mire a ninguna chica. Sólo las mira tímidamente. Pero a vos...¡te clavó la mirada!
-No se...no puedo...no puedo pensar. Todavía no me lo creo. Salgamos de aquí, me cuesta respirar. Enserio.
-Está bien. Estás pálida, tomemos algo fresco.

Nos alejamos de la multitud. Frente al hotel se encontraban dos buses. Supuse mentalmente que uno sería de Bill y Tom y el otro de Gustav y Georg. Algunas fans de acercaban para verlos. Ya estaban dentro del bus. Había sido una firma rápida. Pero yo no me podía quitar de la cabeza aquella mirada. Descarté la opción de una alucinación mía, ya que Barbi también lo había visto. No podía sonreír, no podía hablar. Simplemente no comprendía donde estaba y que hacía allí.
Luego de unos minutos, un guardaespaldas robusto y serio, sale del bus de los Kaulitz. Mira un segundo a las pocas chicas que se encontraban con nosotras. Las mira una por una. Me mira a mí. Me sostiene la mirada. Me hace una seña. No la puedo llegar a comprender. Decido preguntarle a Barbi.
-Barbi...¿Me...?
-Sí, te hizo una seña. Quiere que vayas detrás del bus, creo...
-¡¿Qué?!
-Susurró eso en alemán, pude leer sus labios.
-Gracias a Dios que estudías alemán...- Las dos reímos.
-¡Vamos! ¡Andá!- Me dijo con una gran sonrisa.
-¿Te pensás quedar acá?
-Mmm...a mi no me llamó.
-Pero sos mi mejor amiga...¡venís conmigo!
-Está bien, está bien...

Discimuladamente, intentado no llamar la atención de las pocas chicas que se encontraban allí, nos dirigimos detrás del bus. Allí estaba el guardaespaldas que anteriormente le había dicho algo a Bill, causando que deje de mirarme.
¿Debía hablar inglés? ¿Debía usar a Barbi como traductura? ¿Sabría español? Empecemos con en inglés.
-He...hello.-Tartamudié una vez más.
-Hello, I'm Klaus.- Pronunció el hombre de voz gruesa.
-She's my friend...Barbi- Contesté.
-Hallo! Wie geht's?- Bien, esto si que era una mezcla de idiomas.
-She speaks german...but she's so shy...- Afirmé al ver a Barbi a metros de distancia giñándome un ojo. ¿Tan rápido se había alejado? Ya perdí la noción del tiempo...
-I see...- Contestó el dichoso Klaus.
Un simple diálogo. Un simple diálogo con el guardaespaldas de mi sueño, de mi ilusión, de mi razón para vivir...de mi oxígeno. No era conciente de ello. De lo contrario, no sabría especificar que hubiese sido de mí. Posiblemente me encontraría dentro de una ambulancia. Sí, eso es.
De pronto, el ambiente pareció detenerse. No sentía ni frío, ni calor. No sabía cuál era mi nombre. No sabía que fecha era. Mi vista era borrosa. El piso parecía no quedarse quieto. ¿La razón? Una frase. Siete palabras pronunciadas por Klaus que cambiarían mi vida para siempre...
"Bill wants to meet you...right now..."

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